Está semana se presentaba en el marco del 2º título de la XXXVIII temporada de Ópera en Mahón, la obra de Rossini, L’Italiana in Algeri, obra compuesta por el autor a los 20 años y en el plazo inferior a un mes (los datos difieren entre 20 y 27 días, pero sea cual sea el cierto, en un tiempo escandalosamente rápido), como dato anecdótico hacer constar que desde la primera vez que se vio esta obra de Rossini en la isla, han pasado ya 187 años (eso si son años) pues se representó por parte de una compañía italiana en la temporada 1821-1822.
Esta ópera contó con un reparto encabezado por la Mezzo Valenciana, Silvia Tro en el papel de Isabella ( o la Italiana), que nos deleitó con una recreación perfecta de una mujer “adelantada” a la época que llega a un lugar lejano y que no solo lucha por dominar a Mustafá y a la vez poder recuperar a su “amor” Lindoro, sino también ser una patriota, su voz se adapta a la perfección al personaje y transmite muchos matices. Estuvo esplendida en sus arias, y muy divertida en el duo con el Bey.
En el papel de Mustafá (o el Bey), nuestro paisano Simón Orfila, que sin duda hará de este rol uno de sus caballos de batalla, pues aparte de encajar a la perfección demuestra sentirse cómodo, divertirse, y a su vez, divertir al público. Hace poco ha triunfado en este rol, en Jerez y en Cordoba. Su voz demuestra un poder y una técnica difíciles de superar (la parte final de la ópera en la que canta parte del concertante, saltando como “poseso”, cualquiera que tenga una mínima noción de canto sabe lo complicado que es, tanto físicamente como técnicamente), se metió a “su” público en el bolsillo a pulso, recibiendo atronadoras ovaciones después de su aria “Gia d’insolito…” y de los diferentes concertantes.
Como Lindoro, está el tenor ruso Maxim Mironov , que dejo clara su buenísima técnica, aunque su voz resulta un poco pequeña, aunque para el personaje en cuestión es lo que Rossini debía pensar. Buena resolución de sus dos arias, al inicio de cada acto, y excelente participación escénica y artística, recordar que hace poco ha cantado este rol en el Teatro Real de Madrid.
Como Taddeo, Paolo Bordogna, que resultó la sorpresa de la noche para el público menorquín, un excelente cantante y un más que excelente artista (su recreación del “viejo” amante de Isabella, hizo reírse y mucho a la gente), una poderosa voz, con una buena colocación, el público le premió con una ovación en su aria del 2º acto y en el dúo con Isabella del comienzo, así como destacar su movimiento en escena.
Como Elvira (esposa de Mustafá) Soledad Cardoso, que en Menorca hace unos años ya cantó Marina, estuvo convincente y acertada, dando al personaje una línea muy correcta. Como Haly Vittorio Prato, que no deleitó en su corta aria y participó como mano derecha del Bey. Y como Zulma (ayudante de Elvira) Gabriella Colecchia muy buena aportación.
Al frente de la Orquesta Sinfónica de Les Illes Balears, el maestro italiano, Antonino Fogliani, que logró imprimir un ritmo muy acertado ya desde el comienzo con la preciosa obertura y durante toda la representación, sacando el máximo a la partitura y a la Orquesta.
Destacar una vez más la labor de nuestro coro (amateur) que tanto vocalmente, como escénicamente (lo que en su caso es doble mérito, pues como me comentaba uno de los integrantes, es muy difícil estar tanto pendientes de lo que se canta como de hacer esto o lo otro), estuvo muy acertado y muy correcto.
La escenografía a cargo de Massimo Gasparon e ideada por Pier Luigi Pizzi, ayuda a que la obra transcurra muy amena, es de un gran colorido y mucho movimiento escénico.
En global pocas veces se puede asistir a unas representaciones (llevamos dos y mañana domingo a las 19 h. la última) tan compensadas, en todos los aspectos, al salir toda la gente coincidía en la satisfacción pues en todos los puntos se disfrutó: vocalmente con unos cantantes esplendidos, escénicamente con un montaje bello, divertido, ameno y finalmente musicalmente con una interpretación tanto de la Orquesta como del director ágil y entretenida.
Para mí personalmente esta obra de Rossini, ha sido un descubrimiento muy grato, yo que me considero un aficionado muy clásico y disfruto de la Ópera dramática y verista, estas veladas han sido una diversión muy poco esperada, me imagino que la gran labor desempeñada por todos los participantes y a todos los niveles han influido y mucho en que así fuera. Uno sale de la sala con una sonrisa en la cara y con la idea de que, sin que muera nadie, también existe Ópera.